miércoles, 30 de marzo de 2011

Temas de Calidad


Ahora que la gran tragedia de Japón ha reabierto la polémica en torno a la energía nuclear, parece oportuno poner una nota de objetividad, basándose en un aspecto en el que se ha insistido especialmente: LA SEGURIDAD. Y, por extensión, LA CALIDAD.
Se ha definido la calidad como… “las condiciones que debe reunir un item, elemento  o servicio, para satisfacer unas necesidades preestablecidas”. Está claro que la necesidad más solicitada a una central nuclear es LA SEGURIDAD.
Precisamente fue con la instalación de las centrales nucleares, cuando se empezaron a conocer las normas para aseguramiento de la calidad, y lo que se llamó “Garantía de Calidad”.
Desde EE UU se extendieron estas Normas y, especialmente a Japón donde, en pocos años, aventajaron a sus creadores en la implantación de las Normas de Calidad en la industria, de lo que los japoneses presumieron merecidamente.
Se ha promocionado la Calidad como un medio de control de las actividades empresariales que, bien aplicado, puede reducir costes de producción al reducir o eliminar los gastos de la “no calidad”: (reparaciones, reposiciones, devoluciones, averías, etc.).
Pero, como no puede ser de otra forma, hay que establecer un equilibrio entre la inversión en calidad y el ahorro en la eliminación de la “no calidad”.
En el planteamiento gráfico entre calidad/coste de producción, existe un punto de inflexión donde se encuentran las curvas de ambos parámetros en que la inversión en calidad produce un beneficio con el ahorro en la no calidad. Este equilibrio es el que debe lograrse para que la inversión sea productiva. (Por esto se ha acuñado la frase de que “lo mejor es enemigo de lo bueno”). 
Cuando estos parámetros entran en conflicto, el más frágil es la calidad.
Baste imaginar lo que puede suponer para un fabricante la reparación o repetición de un componente de clase nuclear que vale varios millones y el retraso inherente en el montaje de la planta de destino o las pérdidas de producción en una planta en explotación por una avería grave que puede exigir el aumento de las medidas de seguridad y, desde luego, la parada prolongada de la planta.
En la explotación de una central nuclear, existen dos factores de riesgo. Por un lado, la seguridad en el diseño y, por otro, el riesgo de conflicto entre la inversión en calidad y la productividad.
Si tenemos en cuenta que el diseño de las condiciones de seguridad de una central nuclear debe considerar las condiciones más extremas previsibles en el lugar de emplazamiento incluidos, por supuesto, los accidentes naturales, evidentemente, las centrales de  Japón no estaban diseñadas para soportar estas condiciones extremas, lo que es más preocupante cuando, como ya se ha dicho, en Japón se había avanzado más que en ningún otro país en la implantación de las Normas de calidad.
Dado que en España parece improbable que se produzca una catástrofe como la de Japón, parece que deberíamos estar tranquilos con la seguridad de nuestras centrales pero, la seguridad en una central nuclear, no solo está basada en la integridad de los edificios sino, también, en la seguridad exigible a todos los componentes e instalaciones de la central; a todas las actividades de montaje; a las pruebas, etc. y a la posibilidad de que no se hayan cumplido todos los requisitos de calidad exigidos, por haber entrado en conflicto la calidad y el precio. Vayan varios ejemplos como muestra:
-La película “El síndrome de China” presenta un accidente nuclear, perfectamente posible, debido a un fallo ocultado intencionadamente en la construcción de una central nuclear.
-Un artículo aparecido hace tiempo en un diario, informaba que en la central nuclear de Ascó I, se había ocultado un escape radiactivo, en cuya ocultación estaban implicados varios responsables de la planta que permanecían en sus cargos. Unos escolares visitaron la planta durante el tiempo en que se había producido la fuga y, las investigaciones sobre la contaminación resultante, se hicieron mucho tiempo después del accidente.
-Se ha publicado, igualmente que, en las centrales de Japón, se habían falseado hasta 200 informes para ocultar accidentes anteriores a la catástrofe.
Y las preguntas surgen inevitablemente:
En las centrales nucleares españolas
¿Se han cumplido todos los requisitos de calidad exigidos en el montaje, instalación pruebas y explotación?
¿Se han revisado adecuadamente los registros de la fabricación de los componentes?
¿Hay instalado algún componente que debió ser rechazado?
¿Se han cerrado las no conformidades, si las hubo?
¿Se han comprobado los procedimientos de soldadura del montaje de las tuberías?
¿Se ha verificado la cualificación y calificación de los operarios especialistas?
¿Hay más casos en los que algún empleado de la central se haya visto obligado a falsear un informe?
El cumplimiento de los requisitos de calidad, conlleva la obligación de conservación de la documentación que evidencia este cumplimiento, es decir: los registros de la calidad.
¿No sería conveniente revisar esta documentación para detectar algún punto de inseguridad oculto?

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